lunes, 22 de junio de 2009

Errar varias veces

No es la primera vez que doy un examen. Estoy acostumbrado a tener presión de ese tipo, pero con la arquería es diferente.
El primero que rendí, acerté el mínimo de disparos necesarios para pasar, pero pasé finalmente. Esta vez, no pude. Y no lo intente una, ni dos veces... fueron cuatro las veces que me tomaron el bendito examen. Cada uno constaba de seis tiros, de los cuales debía acertar tres.
¿Quieren adivinar cuántos tiros acerté? Intenten.

¿Estan pensando?

Bueno, se los detallo:
  • Primer examen, dos flechas adentro, cuatro afuera.
  • Segundo examen, dos flechas adentro, cuatro afuera.
  • Tercer examen, dos flechas adentro, cuatro afuera.
  • Cuarto examen, dos flechas adentro, cuatro afuera.
Tengo cierto síndrome por el cual el tiro definitivo no lo puedo acertar.
Estoy convencido de que esto tiene que ver con mis nervios, por supuesto. Pero me interesaría saber si la próxima vez que ejecute los seis lanzamientos, volveré a errar cuatro. ¿Podré pasar esta prueba alguna vez?

Me entusiasma darme cuenta de que cada vez me conozco un poco mejor gracias a esta disciplina, pero a su vez me entristece tener ese desempeño tan irritablemente parejo.

Safe Creative #0906224048692

jueves, 18 de junio de 2009

Sobre cómo desarrollar habilidades accesorias

Poco a poco me voy convenciendo de que hay materias en la universidad que sólo están ahí para desarrollar en nosotros habilidades que no son puramente de nuestra carrera.
El ejemplo más claro que tengo es el de anoche: Administración II. Es una materia que se ganó (y con creces) el mote de la cátedra en la que el tiempo se detiene.
Es increíble el doble efecto que nos provoca, y las habilidades que me parece que están tratando de desarrollar en nosotros:
  • Por un lado, tiene un efecto somnífero. Estimo que el docente se esmera en enseñarnos cómo mantener nuestras mentes concentradas en cosas que realmente no queremos escuchar, para que de este modo el día de mañana seamos capaces de prestar atención a clientes, usuarios, abogados, políticos y otros espécimenes con la misma cara de póquer.

  • Por otra parte provoca una sensación de indignación, por la cual todos pasamos y que nos hace pensar si nuestro tiempo acaso no vale lo suficiente como para que esta persona que se para frente a nosotros nos brinde algo mejor de sí. Me parece que con esto nos pretenden enseñar a controlar las emociones violentas, y el impulso de golpear a nuestro interlocutor, bajo cualquier circunstancia.

Es una iniciativa interesante que aplaudo enérgicamente (más que nada para despertar al resto del alumnado) y que festejo con gusto, dado que ese tipo de habilidades no son fáciles de desarrollar. Y esta materia vendría a ser un doctorado completo.

Aunque quizás soy demasiado crédulo, y solamente estoy tratando de ver el lado positivo del asunto, para no ahorcarme con los cordones de mis propios zapatos.
Lo peor que te puede pasar en esa clase, es tener mocasines.

martes, 16 de junio de 2009

De una clase rebelde

El sábado dí la peor clase de mi vida. Ninguna de las cuatro veces que tuve que explicar este tema lo hice de un modo en que me deje conforme.
La ironía más grande: es sobre aquello de lo que trabajo actualmente.

Eso motivó un poco de trabajo mental, y me llevó a meditar por los caminos más recónditos de mi cabecita, tratando de desentrañar el misterio y finalmente descubrir (o no) la causa por la que nunca logro acertar esta clase. Veamos:
  • Al principio creí que la culpa no debía ser mía, ya que la clase trata sobre un tema que los alumnos no están acostumbrados a ver, y por ello es común que no lo entiendan y eso desencadene mi sentimiento de insatisfacción por su rechazo natural al mismo. Lamentablemente para mí, esto no es así dado que cuando el titular tomó la batuta me demostró que con una elegancia y sencillez admirables se podía obtener un resultado satisfactorio.
  • Luego pensé que quizás el hecho de no preparar conscientemente el temario podría haber sido el impedimento. En otros temas no necesito preparar la clase, y mucho menos en éste, en el cual monologo durante un buen rato sobre cosas que acostumbro hacer en el trajín diario. De todos modos, ésta no era la causa... dado que este año sí había preparado la clase. Y lo había hecho bien, con apuntes y todo.
  • Por un momento se me cruzó la idea de que era debido a que en realidad no me gusta el tema... pero no es así: es una de las cosas que más me gustan.

Creo que luego de unas horas por fin me dí cuenta la causa de todo: debo reconocer que en mí es un hecho recurrente ser intolerante con los alumnos cuando no aprenden un tema que yo domino. Y en sí no es por las capacidades del alumno, sino porque me demuestra a mí mismo que no puedo transmitir (con la misma simplicidad y elegancia que uso en cualquier otro tópico) aquello que más conozco.

Una vez escuché a un profesor que decía algo así sobre la Ingeniería de Requisitos:

Extraer el conocimiento de los expertos es más difícil que de cualquier otro, porque tienen un proceso mental tan automatizado que no pueden explicar cómo reconocen los patrones cognitivos que son necesarios para desempeñar esa tarea

No es que yo me considere experto ni mucho menos, pero al menos me considero un poco versado, y reconozco que me cuesta transmitir los patrones mentales que yo considero más elementales. Me pasa con la computación, las matemáticas y un poco con la programación.

En este momento estoy tratando de ver cómo solucionar el asunto, pero escucho cualquier sugerencia que me quieran brindar. O si me quieren contar que a ustedes también les pasa, así no me siento tan solo...

Safe Creative #0906164030467

martes, 9 de junio de 2009

De arcos y flechas

El otro día me topé con esta nota, de la que rescato el siguiente fragmento:

La flecha quiere ser disparada y dar en el blanco, no es necesario ser arquero zen para darse cuenta de ello. La cuestión es cuándo y si es realmente necesario soltar la flecha para llegar a algo o para ser feliz

Hasta ahora pensaba que en el carcaj de la vida teníamos una sóla flecha... pero poco a poco me voy dando cuenta de que a siempre hay más de una. O de que quizás algunas vienen equipadas con una cuerdita para que mediante sucesivos tironcitos podamos recuperarla y volver a tirarla.

La vida está llena de chances y segundas oportunidades... ¡A vivir sin miedo!

domingo, 7 de junio de 2009

X-Men Orígenes: Wolverine

Sinopsis


La cuarta película de la saga de X-Men que compone el primer capítulo de la historia de los más famosos mutantes de la serie.
En esta ocasión se ve una historia con acción y romance, y por otro lado la pelea por la supervivencia. Los humanos no son el punto de conflicto sino los mutantes, que son perseguidos por los militares para poder experimentar con ellos y así obtener al mutante XI, el guerrero invencible.
En medio de todo este embrollo, se hallan los personajes de Wolverine, Dientes de Sable, Gambito, Cíclope y muchos más.


Ficha técnica


Título: X-Men Orígenes: Wolverine
Título original: X-Men Origins: Wolverine
Intérpretes: Hugh Jackman, Ryan Reynolds, Liev Schreiber, Dominic Monaghan, Danny Huston, Scott Adkins, Taylor Kitsch, Kevin Durand
Género: Ciencia Ficción
Dirección: Gavin Hood
Guión: David Benioff
Fotografía: Donald McAlpine
Música: Harry Gregson Williams
Montaje: Nicolas De Toth, Megan Gill
Orígen: Estados Unidos - Nueva Zelanda - Australia (2009)
Duración: 107 minutos
Calificación: Apta para mayores de 16 años

Mis acotaciones

Evidentemente yo no voy a hacer una crítica ofensiva acerca de la película porque de hecho no me agradan. Solamente puedo nombrar las partes que más me gustaron y las que más destacaron en mí.
Tengo que admitir que al personaje de Wolverine no lo tenía catalogado como romántico ni apegado a sus seres amados: Uno se sorprende al ver que lucha por su amada en un principio y que luego de "perderla" se convierte en otra persona ¡Qué vueltas raras que da la vida en estos asuntos del corazón! Ahora lo justifico, en las otras películas, por tener ese caracter de pocos amigos y tan reacio al contacto humano.

Quizás esta parte romántica nunca estuvo y se puso de relleno, quizás se pensó desde un principio o quizás era la única salida elegante que quedaba. Sea de alguna u otra forma, a mi parecer es muy linda, y sobre todo... ¡porque soy una romántica empedernida!
A veces es bueno poner entre tanta pelea y tantos efectos especiales, un toque humano.


Asistieron

Lucas y Gise


miércoles, 3 de junio de 2009

La paradoja del valor

Adam Smith la enunció así:

Nada es más útil que el agua; pero ésta no comprará nada; nada de valor puede ser intercambiado por ella. Un diamante, por el contrario, tiene escaso valor de uso; pero una gran cantidad de otros bienes pueden frecuentemente ser intercambiados por éste.

Y nosotros la vemos constantemente en la vida cotidiana. Quizás no sea necesario analizar casos tan extremos para notarlo: Es común ver gente de la que uno sospecha si tienen cubiertas las necesidades básicas, ostentando altas llantas, amigo [*].

En este punto quiero preguntarme algo: ¿Son las zapatillas de lujo más necesarias que un buen plato de comida todos los días? No vamos a discutir los medios por los cuales las consiguen, pero ciertamente muchos las compran con dinero que ganan por medios legales. Otros, por medios no tan legales.

Yo creo que son necesarias, pero quizás no somos capaces de verlo.
Quizás el lector de este blog no pertenece a la clase social que acostumbra comprar estos bienes suntuarios en lugar de cubrir necesidades por lo que es posible que no comprendan el hecho. Por mi parte, intenté hacerme una idea de este singular comportamiento, y creo que llegué a una pequeña conclusión (que puede ser evidente para muchos):

La zapatilla representa el símbolo de estatus, aquella cosa que los distingue haciéndolos salir de la realidad en que viven y les da la ilusión de que sus vidas no están siempre al límite, y que luchan por algo distinto.

Después de todo, no podemos culpar a nadie por este comportamiento (y tampoco es lo que quiero hacer). De hecho nosotros tenemos un comportamiento similar: Irnos de vacaciones, asistir al teatro, comprar un buen vino... son pequeños símbolos de estatus que nos despegan de la categoría social en la que estamos inmersos.
Estimo que la clase alta tendrá sus fetiches, pero no los conozco y quizás tampoco los comprenda.

Quizás el lector quiera darme su punto de vista, e incitar el debate.

[*] Vulgarismo local utilizado para elogiar las zapatillas de otra persona. Usualmente precede al hurto de las mismas.

martes, 2 de junio de 2009

Verdades polivalentes

Escuchado en una clase de arquería:

Todos quieren pegar allá, pero se olvidan de que el tiro se define aquí... embocar o no es mera consecuencia de lo que hagas acá.

Simplemente brillante.